Desde el diario oficial del Partido Comunista de China, un tal Liang Ruoqiao escribe un artículo en dos partes titulado Mea culpa de los Guardias Rojos.
En él se pueden leer testimonios de comunistas arrepentidos por haber participado en la revolución cultural que tuvo lugar durante el gobierno de Mao. Por lo visto hasta los llevan por las televisiones chinas para que la gente escuche lo malo que es matar, o como dijo uno de los Guardias Rojos cuando vio a su víctima sangrando en el suelo: “comencé a comprender que él era un ser humano como yo; no nuestro enemigo de clase.”
¡Amigos! ¡Ahora se comprende todo! ¡El enemigo de clase también sangra si le arreas con un palo!
La cuestión es, ¿por qué ahora se preocupa el PCch por la brutalidad de la revolución cultural? ¿Serán las actuales revueltas que se extienden como un reguero de pólvora? ¿Será que en China las desigualdades son tan terribles que más les vale ir mentalizando al personal que eso de matar a los explotadores y ricachos está mal? ¿Que el enemigo de clase también sangra, tiene sentimientos...?
Está muy feo usar a unos Guardias Rojos para conseguir que la población acepte la degradante situación actual en la que viven, la terrible explotación que sufren a mayor gloria de un puñado de ricos chinos. Muy feo. Pero no solo feo, también es patético y cínico, porque se recuerda desde las propias estructuras del Partido Comunista, manda cojones.
No intento juzgar la revolución cultural en sí, ni como buena ni como mala, solo intento poner en evidencia el cinismo con que se maneja este asunto y sus objetivos sucios y viles. Pues no se trata más que de asegurar la paz a los de arriba, esos que se pasean en sus coches lujosos por las calles de Pekín y que pagan salarios de miseria; esos que también sangran si les tiran piedras, y es que en efecto, somos todos iguales, de ahí que no tenga sentido que unos exploten a otros, de ahí que muchas veces no quede otro remedio que hacer uso de la violencia.
La explotación es violencia, y también hace sangrar, mata y destroza vidas. Sepan los burócratas y ricachos chinos que por mucho que censuren las búsquedas sobre Egipto en Internet la realidad siempre llega. Seguro que en ese caso no les temblaría el pulso a sus pacíficas autoridades...
Dejen en paz a esos Guardias Rojos, no los usen ahora para justificar y sostener su actual sistema de explotación e intentar ahogar la justa rebeldía de los pueblos.
En él se pueden leer testimonios de comunistas arrepentidos por haber participado en la revolución cultural que tuvo lugar durante el gobierno de Mao. Por lo visto hasta los llevan por las televisiones chinas para que la gente escuche lo malo que es matar, o como dijo uno de los Guardias Rojos cuando vio a su víctima sangrando en el suelo: “comencé a comprender que él era un ser humano como yo; no nuestro enemigo de clase.”
¡Amigos! ¡Ahora se comprende todo! ¡El enemigo de clase también sangra si le arreas con un palo!
La cuestión es, ¿por qué ahora se preocupa el PCch por la brutalidad de la revolución cultural? ¿Serán las actuales revueltas que se extienden como un reguero de pólvora? ¿Será que en China las desigualdades son tan terribles que más les vale ir mentalizando al personal que eso de matar a los explotadores y ricachos está mal? ¿Que el enemigo de clase también sangra, tiene sentimientos...?
Está muy feo usar a unos Guardias Rojos para conseguir que la población acepte la degradante situación actual en la que viven, la terrible explotación que sufren a mayor gloria de un puñado de ricos chinos. Muy feo. Pero no solo feo, también es patético y cínico, porque se recuerda desde las propias estructuras del Partido Comunista, manda cojones.
No intento juzgar la revolución cultural en sí, ni como buena ni como mala, solo intento poner en evidencia el cinismo con que se maneja este asunto y sus objetivos sucios y viles. Pues no se trata más que de asegurar la paz a los de arriba, esos que se pasean en sus coches lujosos por las calles de Pekín y que pagan salarios de miseria; esos que también sangran si les tiran piedras, y es que en efecto, somos todos iguales, de ahí que no tenga sentido que unos exploten a otros, de ahí que muchas veces no quede otro remedio que hacer uso de la violencia.
La explotación es violencia, y también hace sangrar, mata y destroza vidas. Sepan los burócratas y ricachos chinos que por mucho que censuren las búsquedas sobre Egipto en Internet la realidad siempre llega. Seguro que en ese caso no les temblaría el pulso a sus pacíficas autoridades...
Dejen en paz a esos Guardias Rojos, no los usen ahora para justificar y sostener su actual sistema de explotación e intentar ahogar la justa rebeldía de los pueblos.
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