Roig y la cultura del esfuerzo

El propietario de Mercadona, el señor Juan Roig, afirma que debemos imitar la cultura del esfuerzo de los chinos, y nos pone como ejemplo los bazares de todo a un euro que suelen regentar los chinos en todas las ciudades del Estado. Supongo que no usa el ejemplo de los vendedores nocturnos de rosas por pudor, pero que a nadie le extrañe si en las próximas semanas nos deleita con declaraciones similares.

Pero quién es Juan Roig. Estamos seguros que un trabajador incansable. Nadie en su sano juicio podría insinuar que somos una pandilla de vagos sin que detrás de las palabras exista un historial intachable de trabajo. Nos lo cuenta la Wikipedia:

Juan Roig Alfonso (Valencia, 1949) es un empresario valenciano. Pertenece a una importante saga empresarial valenciana, que fundaron sus padres Francisco Roig Ballester y Trinidad Alfonso Mocholí. Su padre regentaba la sociedad Cárnicas Roig, ubicada el la localidad valenciana de Pobla de Farnals, donde, desde muy joven, Juan se familiarizó con los entresijos de un negocio dirigido básicamente a la alimentación. En 1977 sus padres decidieron transformar sus carnicerías en tiendas ultramarinos, origen de la cadena de distribución Mercadona, que Juan Roig dirige en la actualidad. Entre sus cinco hermanos se encuentran los también empresarios Francisco y Fernando Roig.

Oigan, pues por lo visto este buen hombre no ha dado palo en su vida. Heredó los negocios de sus padres, no sin antes pasar por la universidad como todo hijo de familia pudiente, y luego se dedicó a expandir la empresa a costa del sudor de sus empleados. A eso lo llaman "la particular filosofía de Mercadona":

La experiencia adquirida en el negocio familiar y su voluntad de emprender un negocio le animaron, cuando ya se había licenciado en Económicas por la Universidad de Valencia, a adquirir Mercadona a su padre. En la operación también participaron su esposa Hortensia y sus hermanos Fernando, Trinidad y Amparo, pero fue Juan Roig quien asumió la dirección de la empresa. En este momento, Mercadona inició su actividad independiente con ocho tiendas de aproximadamente 300 metros cuadrados.

En 1990, Juan Roig y su esposa, Hortensia Herrero, pasaron a ostentar la mayoría del capital de la compañía y a seguir por aquel camino que, en apenas dos décadas, y con su particular filosofía empresarial, cuya máxima fue invertir los beneficios en la ampliación y expansión de la empresa, convirtió a Mercadona en una referencia obligada dentro del sector de la distribución en España.

De toda esta cháchara laudatoria de la Wikipedia me quedo con el siguiente párrafo, no tiene desperdicio:

Juan Roig está casado y tiene cuatro hijas. Sobre sus hijas y el futuro de la empresa, el empresario español comenta: Mis hijas tienen las mismas oportunidades que los 61.000 empleados de Mercadona para dirigir la empresa, ya que la propiedad se hereda, pero el puesto de trabajo no.

Desde luego es un burgués con principios, durísimo con sus hijas. Fíjense, lo que dice el señor Roig es que sus hijas en el peor de los casos se verán obligadas a parasitar de las rentas de su herencia. En el mejor de los casos, tras una dura competición con los 61.000 trabajadores de Mercadona -ja, ja, ja-, tendrán el privilegio de parasitar igualmente en los despachos, incluso podrán salir en los periódicos diciendo tonterías, tal y como hace papuchi.

El señor Roig demuestra una gran inteligencia cuando nos explica que los puestos de trabajo no se heredan. Lo sabemos. Los casi 6 millones de desempleados oficiales, desahuciados por familias de parásitos sinvergüenzas, saben muy bien que los puestos de trabajo no se heredan. Es más, los trabajadores saben que dichos sinvergüenzas tienen las pelotas de golpearse el pecho en público mientras nos lo recuerdan, o como suele decirse, desde lo alto del caballo. Yo no le voy a decir al señor Roig que se ponga a trabajar, no vaya a ser que se le estropee la manicura o le sobrevenga una infarto de miocardio. Ahora bien, como hombre inteligente que es me comprenderá si le digo que más temprano que tarde vamos a expropiar a la burguesía. Créame señor Roig, la historia nos demuestra que no hay método mejor para aumentar la productividad que unos trabajadores felices tras haberse liberado de las clases parasitarias que les someten.