martes, 10 de agosto de 2010

Hawking, Bogdánov y Fidel Castro


Sólo es posible percatarse del rotundo éxito del modelo capitalista cuando analizamos las soluciones que se proponen a los problemas que van surgiendo, la incapacidad de la gente para enfrentarse a estos problemas fuera de los parámetros de la ideología del capital, que es precisamente la causa de esos problemas.

Hawking: otro mundo es posible, pero lejos del planeta Tierra

Hoy se publica en diversos medios la opinión del famoso físico Hawking. Dice lo siguiente: "Será ya bastante difícil evitar el desastre en el planeta tierra en los próximos cien años, para no mencionar lo que pueda ocurrir en los próximos mil años, o un millón de años". Desde luego está en lo cierto, podríamos argüir decenas de razones para sostener su tesis: desde el fin de la era del petróleo pasando por el espantoso deterioro de medio ambiente o incluso una más que posible guerra nuclear. Los pronósticos del científico entran dentro de lo racional, el esperpento comienza con las soluciones que ofrece. Hawking entiende que "nuestra especie se salvará si nos desplegamos en el espacio”. Sin duda Hawking es un hombre capaz, y eso es lo peor, puesto que ni siquiera él puede imaginar un remedio "terrestre" a nuestros desafíos, ni corto ni perezoso nos manda de viaje a no sé qué planeta, nos desecha, nos da por perdidos y apuesta por hacer lo mismo que en la Tierra pero en una luna o en un planeta lejano.

No quiero ni pensar en cómo se dirigiría la evacuación de seis mil millones de seres humanos por parte de los mismos que hoy distribuyen los alimentos o las medicinas, sin duda se trataría de rescatar a unos miles de privilegiados oligarcas y quizás otros miles de infelices para que doblen la espalda, ¿ustedes creen que los Rockefeller van a colonizar el universo para ponerse a trabajar? ¿Qué harían estos individuos sin un eficiente y leal servicio? El resto de seres humanos, la mayoría, se quedarían en la Tierra, que para entonces será un enorme yermo, la perfecta barbarie. Y todo suponiendo que llegado el momento se disponga de la tecnología necesaria para poder vivir en otro lugar del universo.

Los comunistas marcianos de Alexander Bogdánov

Bogdánov, como Hawking, nos envía en su libro Estrella roja fuera del planeta Tierra, en este caso para mostrarnos una civilización comunista en el planeta Marte. Es un poco triste que él también haya tenido que irse tan lejos aunque sea para construir una historia de ciencia ficción sobre una sociedad distinta a la capitalista. Si bien lo peor de todo es que Bogdánov termina por echar a los comunistas marcianos de Marte al igual que Hawking a los terricolas de la Tierra. Los comunistas de Bogdánov deben colonizar otro planeta para poder sobrevivir como especie ya que prácticamente han agotado sus recursos naturales. Ya por aquel entonces el autor refleja en la novela sus preocupaciones por la implantación de un modelo basado en un crecimiento infinito sobre la base de unos recursos finitos.

Al contrario que Hawking, que se ve incapaz de imaginar otro modelo social, es cierto que Bogdánov termina su novela insinuando el triunfo de la revolución socialista en la Tierra, pero viendo lo que han tenido que hacer los camaradas marcianos, el abandono de la Tierra por parte de los comunistas terrícolas sería cuestión de una Estrella roja II. En este caso estoy seguro que los seis mil millones de habitantes serían evacuados. Un avance, sin duda. El socialismo real quizás fue una catástrofe, pero era una catástrofe en la que mal que bien comían todos los ciudadanos.

Fidel Castro: un orgulloso terrícola y un grano en el culo

En las últimas semanas el Comandante Fidel Castro nos está advirtiendo de un muy serio peligro: un holocausto nuclear. Fidel es incluso mucho más pesimista que Hawking, apenas nos ofrece hasta el siete de septiembre para salvar la humanidad. Tenemos que convencer al emperador Obama para que no se le ocurra apretar el botón de la muerte, deje tranquilos a los persas y con ello a todo el género humano. Menuda tarea, nos pide algo tan concreto y en apariencia tan sencillo, que en efecto dan ganas de irse corriendo a Venus o a Ganimedes.

Fidel es un aguafiestas, un coñazo, el pesado de la pandilla que todo el mundo quiere que cierre la boca. Claro, todos saben los problemas a los que nos enfrentamos, como la contaminación, pero mientras a unos, a la mayoría, sólo se les ocurre como solución liberar el mercado de la contaminación, a Fidel se le ocurre que la solución sólo puede pasar por dejar de contaminar. Está loco, majara perdido, porque pretende quedarse en la Tierra mientras que los demás están convencidos de que el futuro está en Júpiter.

La tarea de todos los hombres y mujeres de buena voluntad no es otra que convencer a las mayorías para que se queden en la Tierra. Rompamos su ilusión de viajes galácticos, debemos obligarles a mirar hacia abajo y si tienen que saciar su espíritu aventurero, si les resulta inevitable emprender nuevas vidas en otros planetas, que lo hagan, por ejemplo, de la mano de Bogdánov y su Estrella roja, quizás así podamos evitar el mal trago de acabar todos muertos.



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