Viacheslav Titiokin
Sovietskaya Rossia
Traducido para Rebelión por Josafat Sánchez Comín
Hace poco en Alemania tuvo lugar un acontecimiento relevante. Después de cuatro años de reclusión en la cárcel berlinesa de Pletsensee, fue puesto en libertad el que fuera último presidente del Consejo de Estado de la República Democrática Alemana, el camarada Egon Krenz. Fue condenado a seis años y medio por los "crímenes" que más abajo relataremos.
En Rusia, en un principio la opinión pública estuvo contra las represalias sobre Krenz y otros dirigentes de la RDA. En marzo del 2000 la Duma aprobó una declaración en la que se señalaba que: "La decisión de las instancias judiciales de la RFA, de condenar a penas de prisión a una serie de dirigentes de la RDA, no puede entenderse sino como un intento de los poderes de la RFA de llevar a cabo un ajuste de cuentas político y de presentar a un, hasta entonces, Estado soberano, reconocido por la comunidad internacional, como ilegal, y a sus líderes, con los que mantenían relaciones dirigentes de infinidad de países, como delincuentes".
Contra la persecución de Egon Krenz y sus camaradas se pronunciaron entonces los líderes de los sindicatos rusos, pilotos-cosmonautas, destacados deportistas, campeones olímpicos, científicos e intelectuales. Incluso el Ministerio de Exteriores ruso, que en casos parecidos acostumbra a hacerse el loco, se vio obligado a declarar que: "La insistencia con que en la Alemania unificada se pretende exigir responsabilidades penales a los cargos políticos de la antigua RDA, persigue como objetivo ajustar cuentas con la RDA, presentando a sus dirigentes como un grupo de criminales".
Pero mejor que nadie, el propio Egon Krenz supo destapar la realidad de lo que estaba pasando, en su intervención final en el juicio. Por cierto que esa intervención dice mucho de las cualidades humanas del antiguo mandatario de la RDA.
"Declaro que en el Politburó yo no era un compañero de viaje. Declaro que entendía las resoluciones que allí se adoptaban. Nunca me he rebajado ni a mí mismo ni mi papel. Y hoy tampoco me inclinaré para parecer de menor tamaño que el que entonces tenía.
No sé como podría haber dicho al guarda fronterizo, que cumplía con su deber de acuerdo con la ley, que yo no estaba al corriente de sus obligaciones. Yo no hubiera podido mirar a los ojos al responsable de las tropas fronterizas, Klaus Dieter Baumgarten, que cumple condena en la cárcel de Berlín, y decirle que su responsabilidad era mayor que la mía propia. No pretendo rehuir de mis responsabilidades con excusas. Sólo insisto en tener un juicio justo, lo que hasta ahora me ha sido negado.
Aunque después de 115 sesiones el tribunal no haya podido demostrar que sobre mi conciencia recaiga la muerte de personas, el tribunal ya ha dictado la sentencia conocida. Con el fin de ocultar a la sociedad el carácter político del proceso, el fiscal y el tribunal me han declarado "asesino". Curioso que ninguno de los jueces que me han condenado viviese nunca en la RDA. Cuando fue construido el muro, ellos acababan de nacer. La imagen que tenían de la RDA se basaba en la "guerra fría" y en la imagen del enemigo, creada durante esa guerra. Resulta que tenemos a los inculpados de la RDA y como acusadores y jueces, gente de la RFA. Los testigos que no compartían su visión de la historia y que pudiesen corroborar los hechos históricos, no fueron llamados a participar en el proceso".
¿Qué podría añadir a esto? La conducta de los gobernantes de la RFA en relación a los dirigentes de la RDA, podrían parecer una vulgar venganza. Sin embargo este ensañamiento comporta un significado mucho más profundo. Hoy es bien conocido el profundo descontento de los alemanes del Este con las consecuencias derivadas de la reunificación con la RFA. Se hacía imprescindible descabezar la posible resistencia en la Alemania Oriental contra el modo de anexión de la RDA por parte de la RFA, que trajo consigo el derrumbe de la economía de la Alemania del Este, desempleo masivo y colosales problemas sociales. Los poderes de la RFA necesitaban quitarse de en medio a los líderes de la RDA, quienes en las nuevas condiciones hubieran podido encabezar la lucha. Sólo así se entiende que se orquestara su persecución judicial.
Pero volvamos con el camarada Egon Krenz. Nuestro corresponsal fue uno de los primeros periodistas que consiguió localizarle y entrevistarle.
-Camarada Krenz, le felicito por su puesta en libertad. A esta felicitación se suman cientos de miles de lectores de nuestro periódico.
- Muchas gracias. Durante el juicio y después en la cárcel he recibido montones de cartas de la antigua URSS. Esto ha sido un gran apoyo para mí. Especialmente las cartas desde Rusia, donde tengo muchos amigos. Nada más salir de la cárcel, recibí la felicitación de Ziuganov (líder del PCFR. N del T). Transmítanle a él y al resto de camaradas mi más sincero agradecimiento.
Aprovecho la oportunidad para a través de su periódico enviar un agradecimiento especial a E.M. Tiazhelnikov y a otros amigos de la Juventud Comunista (Komsomol). Ellos en especial han sido los que más se han sacrificado apoyándome todos estos años. Me alegro de que la solidaridad entre comunistas no resultase una frase hueca de contenido.
- ¿Por qué fue juzgado?
- Formalmente, acusaban al gobierno de la RDA de dar órdenes que supusieron la muerte de personas en la frontera entre la RDA y la RFA. No deja de ser una acusación antinatural, pues cualquier Estado del mundo defiende su frontera. Pero la cuestión no es esa. Esta no era una simple frontera entre dos países. Era la línea divisoria entre dos sistemas socioeconómicos. Y nosotros como integrantes del Pacto de Varsovia estábamos obligados a defender esta frontera.
El proceso contra nosotros no era sino un intento de juzgar a la RDA. Y en tanto en cuanto yo fui el último dirigente de la República Democrática Alemana, era el elegido para el linchamiento.
- ¿Continúan en la actualidad las persecuciones políticas en la RFA?
- Sí, en gran número. La cantidad total de camaradas nuestros, especialmente de guardas fronterizos, jueces, miembros de los servicios de seguridad, a los que se les ha abierto sumario, se acerca a los cien mil. Próximamente se puede reabrir el proceso contra tres miembros del CC del Partido Socialista Unificado Alemán. El tribunal de Berlín les declaró inocentes. Pero el Tribunal Supremo de la RFA ha exigido reabrir el caso. El ensañamiento continúa.
- ¿Cómo ha encontrado el país al salir de la cárcel?
- Lo he encontrado en un estado de aguda lucha social.
- Pero ¿por qué? Al fin y al cabo la RFA representa una de las pequeñas islas de florecimiento en el mundo; un sitio donde aspiran vivir emigrantes de todo el mundo…
- No todo es así de sencillo. Es cierto que en la RFA hay mucha gente muy rica y una gran capa de gente acomodada. Pero afirmar que todo el mundo vive desahogadamente, no se corresponde con la realidad. Especialmente en lo que se refiere a la Alemania Oriental. Para ustedes en Rusia la parte occidental u oriental del país son conceptos estrictamente geográficos. Para nosotros en Alemania pesa mucho el elemento político. Desde el surgimiento de la RDA en la Alemania Occidental intentaron demostrar que en la RFA todo funcionaba bien o muy bien y en la RDA todo era malo o muy malo.
Ahora tenemos a las dos partes de Alemania unidas. ¿Cuál es el resultado? En la parte oriental la gente vive bastante peor que en la occidental. Formalmente hay igualdad. Los precios son los mismos. Pero los sueldos son muy diferentes.
- ¿Cuáles son sus planes a corto plazo?
- En primer lugar recuperarme de lo vivido. Tendré, como se dice, que orientarme. Todavía no tengo claro mi status jurídico. Al fin y al cabo estoy con la condicional. No sé hasta que punto me puedo dedicar a la actividad política.
- ¿Ha cambiado en algo la cárcel sus ideas?
- Para nada. Cuando me metieron en la cárcel era comunista. Y he salido de ella siendo comunista.
Esto lo dice Egon Krenz ahora. Pero también lo dijo hace cuatro años, cuando hubiera podido rebajar la condena de haberse "plegado" ante los jueces.
He aquí un nuevo fragmento de su intervención final en el juicio:
"Me quieren presentar públicamente como un incorregible, y me insinúan que debería adaptarme a la forma de ver las cosas de la acusación. A lo que yo respondo: No esperen de mí ese tipo de adaptación. Pero no porque sea un incorregible, sino porque carezco de ese oportunismo…
Mientras viva me perseguirá la pregunta: ¿Por qué fue derrotada la RDA, y que parte de responsabilidad recae sobre mí? Me lo pregunto no porque entonces yo viviese mejor, sino porque yo trabajaba por el socialismo por convencimiento. Por consiguiente que nadie espere de mí que obedezca a las ordenes de '¡media vuelta!' y comience a decir justamente lo contrario de lo que decía hasta 1990 a los ciudadanos de la RDA…
No tengo culpa en aquello por lo que me juzgan. Si de algo se me puede juzgar es por mi parte de responsabilidad en la derrota de la RDA, pero por eso no me va a juzgar ningún tribunal. Si está ya todo decidido y me va a tocar recibir el nuevo milenio tras las rejas, la cárcel no será el lugar donde entierre mis esperanzas. Y no me refiero a las esperanzas de que se resuelva mi caso en el tribunal europeo de derechos humanos de Estrasburgo, sino a las esperanzas de una sentencia justa de la historia para con la RDA, para mí, mis acusadores y jueces".
Como escribía Maiakovski, "si hiciésemos clavos de gente como esta, no habría en el mundo clavos más fuertes".
No hay comentarios:
Publicar un comentario