sábado, 25 de febrero de 2012

El obrero en la Rusia Soviética

En el "Current History", periódico mensual americano, el conocido teórico del movimiento obrero en Inglaterra -Sydney Webb - dice lo siguiente con respecto de la situación del obrero soviético:

“La situación del obrero industrial ruso puede ser definida por el salario que percibe o por la organización a la cual pertenece y por el rol que desempeña en el conjunto trabajador del cual forma parte”.

Webb hace observar la complejidad de todos los factores que definen la situación material del trabajador en la URSS, y dice que el sueldo o el salario mensual no representan la única remuneración por su trabajo. El obrero paga el arriendo de su casa en relación con sus ganancias; sus hijos y él mismo gozan de la educación gratuita del Estado, como asimismo de asistencia médica para él y toda su familia, incluso los remedios prescritos, la hospitalización en caso de necesidad, y el descanso en los lugares de recreo, sin perjuicio de percibir el salario correspondiente, en los casos en que la enfermedad le impide trabajar.

La mujer del obrero, que trabaja en la industria o en cualquier otra faena goza de descanso durante ocho semanas antes y lo mismo después del parto, contemplando la atención gratuita del alumbramiento.

En resumidas cuentas, al hablar del salario o sueldo del obrero soviético, hay que sumar a todos estos privilegios, que le da su situación de trabajador. Varias otras formas de seguro social que existen en la Unión Soviética.

"El obrero mediano se encontraba en la URSS al correr el año 1932 en mejores condiciones que durante el año 1914. El estándar de su vida, en cuanto se refiere a la alimentación, vestuario, calzado y condiciones de habitación, progresa constantemente. Y el hecho más importante en el conjunto de factores que constituyen la situación del obrero ruso, es que a éste no le falta trabajo, lo tiene casi sin interrupción, ya que la cesantía desapareció en la URSS casi absolutamente hace dos años (1930) estando en la actualidad el obrero soviético en mejores condiciones que el obrero inglés, americano o alemán".

Pasando en seguida a las formas de organización del proletariado soviético Webb dice: "Es de vital importancia el hecho de que el trabajador soviético sienta que él y sus compañeros son individuos dignos de todo lo que existe en el país y que son ellos los que definen la vida del Estado”.

"El simple espectador ve siempre estas masas de gente decentemente vestidas y calzadas que pululan constantemente por las calles de Moscú, de Kharkov, de Rostov y de muchas otras ciudades industriales que concurren a la ópera, a los teatros y cines, o juegan en las canchas de fútbol, etc. Queda sorprendido del ambiente de independencia individual y la confianza colectiva que respiran estas masas".

"Lo que en otros países se llama clase alta, la élite, ahí no existe".

El autor, que es un especialista en la teoría del movimiento obrero analiza detenidamente la estructura las organizaciones profesionales soviéticas. Webb demuestra que gracias a la organización de las "Uniones Profesionales" (la base de la industria a la cual pertenece el obrero), este último acostumbra a identificarse no sólo conforme con su especialidad, sino con la empresa en la cual colabora. El interés del obrero se concentra, pues, en la utilidad que aporta a la sociedad, a todo el país, la empresa de la cual él es únicamente una célula activa, un pequeño instrumento, al igual que el director de la misma todos los altos servidores de ella y hasta los más jóvenes aspirantes y asistentes en su orden respectivo.

El complejo de la obra ejecutada por "Organización Profesional" en la Rusia Soviética es mucho más amplio que en las organizaciones similares de todos los demás países. Fuera de la deliberación de reclamos y quejas de los miembros da la Unión Profesional, respecto de los salarios en diferentes ramas del trabajo a trato, de los asuntos internos, y de la que conciernen a la habitación y aprovisionamiento de las elecciones de dirigentes, etc., cada Unión Profesional tiene a su Cargo diferentes organizaciones de seguro social; así pues, administra las casas de recreo que les pertenecen, por ejemplo, las casas para los convalecientes; dirige la distribución de los permisos para los licenciados de turno; regulariza la ocupación de los lugares de recreo por los miembros de la Unión; dirige el abastecimiento y el funcionamiento de los comedores comunes de cada fábrica; administra, por medio de la inspección y vigilancia permanente, las precauciones destinadas a evitar los accidentes en las mismas fábricas, usinas, minas, etc.

Caracterizando, en suma, las normas de los salarios respectivos de las industrias, Webb dice: "Cada obrero, en cada momento, tiene derecho de pedir el traslado a la categoría inmediatamente superior. La única condición para este ascenso es que el interesado debe probar su capacidad para trabajar en dicha categoría, capacidad que ha de ser dictaminada por sus colegas y dirigentes de la obra. Hay que tomar en cuenta, continúa Webb, que uno de los más grandes anhelos del Estado de la URSS es el aumento sistemático de obreros clasificados; y con este fin, se da a la masa de trabajadores inexpertos todas las facilidades para que se perfeccionen. Y, al efecto, en una gran fábrica de Moscú, con diez mil obreros, mas del 90 por ciento asistieron a clases nocturnas, habiendo sido la matrícula libre y voluntaria, con leve insinuación del Estado".

Ahora, se responde Webb, podemos comprender el porqué del hecho de que la "Unión Profesional" sea el más potente factor del aumento y del abaratamiento de la producción, cosa que estiman paradójica los empresarios americanos y oficinistas de las Uniones profesionales americanas. Esto es así porque en la URSS la "Unión profesional" no se encuentra en estado de guerra con el empresario (patrón) industrial, sino que por el contrario, la Unión Profesional se siente verdadera dueña de la producción correspondiente, la cual aumenta en caso de necesidad.

Con este sistema de organización del trabajo y con la situación indicada de las "Uniones Profesionales", Webb explica la alta productividad del obrero soviético, y más todavía, la razón de la competencia y de la formación de "brigadas de choque" de cada industria, de cada obra constructiva. En esta ya arraigada costumbre de celo al trabajo, los gobernantes ven la posibilidad real de efectuar los planes, (verbigracia: plan de electrificación, de comunicaciones, etc.), que los observadores occidentales, tantas veces consideraron irrealizables. Al mismo tiempo, este fervor casi religioso por el trabajo contamina a los apáticos mujiks que llegan día a día, hora a hora, de los campos para enrolarse en la industria. Obvio es que este progresivo aumento de la producción no pudo conseguirse sin la iniciativa de elementos organizadores sin cruentas discusiones, sin la constante autocrítica de los trabajadores de cada empresa.

Estas discusiones públicas, en las cuales los trabajadores de todas las categorías toman parte sin temor alguno, suelen disgustar a los especialistas personalistas, americanos y europeos que trabajan en la URSS; pero en el fondo tienen mucha razón de ser, dice Webb, y desarrollan las actividades, las iniciativas industriales y la aptitud de los obreros, siempre que no estorben la marcha y la disciplina del trabajo, lo que casi nunca sucede.

Como conclusión, Webb considera: "No existe la más mínima duda de que el trabajador de la URSS, comparado con el de los tiempos de anteguerra, dio un paso colosal en la, amplitud de su educación y cultura, en la conciencia de sus deberes y derechos civiles y en su desarrollo moral en general. En su gran mayoría eran analfabetos e ignorantes, sucios, borrachos y flojos, descuidados y negligentes en último grado, y tan poco productivos, que los observadores que los conocieron durante el zarismo, nunca creyeron que fueran capaces de transformarse en experimentados técnicos, como, lo son en la actualidad.

En los últimos años, por lo menos en las ciudades, el obrero medio de la URSS lee mucho más que el obrero medio americano o inglés; asiste regularmente a su trabajo; su indumentaria, por su calidad y limpieza, es mucho mejor; frecuenta los teatros, la ópera y el cine; y si todavía no es tan calificado como el mecánico alemán, realiza grandes esfuerzos para adquirir conocimientos técnicos, lo cual ha conseguido ampliamente.

Entre las circunstancias negativas de la vida obrera en la URSS ocupa el primer lugar la superpoblación de las ciudades. "El gran defecto de la vida ciudadana rusa actual, expone Webb, es la enorme superpoblación de las ciudades, a pesar de que el conjunto de las construcciones municipales de la URSS en los últimos diez años supera las edificaciones de la misma índole de cualesquiera gran ciudad del mundo capitalista. Y a pesar de todas las dificultades antedichas, vemos en la cuestión de la habitación un enorme progreso, pudiendo llegarse a la conclusión de que el período mencionado (1922-32) el obrero ruso mejoró su situación mucho más que el obrero de cualquier otro país del mundo"... Por no decir que el estado de los obreros del régimen capitalista ha empeorado o se ha mantenido estancado.

Todas estas conclusiones de uno de los más eminentes teóricos del movimiento obrero inglés, son el producto del estudio sistemático y concienzudo, al cual se abocó durante largos años. Dichas conclusiones destruyen por completo las sectarias y calumniosas afirmaciones que la prensa burguesa se esfuerza por propagar sobre la situación obrera en la URSS.

2 comentarios:

  1. Por eso mismo la obra de Webb nunca se conocerá en los medios de informacion, difusion o academicos de los estados controlados por la clase capitalista, que prefiere que el obrero sea cuanto mas parecido a un esclavo mejor...

    Lamentablemente, la manipulacion sobre la URSS ha privado a los trabajadores occidentales de un ejemplo a perseguir, que ha tenido consecuencias terribles para su libertad, sus derechos y su organizacion.

    Saludos

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  2. Así es. Si te fijas en los derechos que tenían los obreros soviéticos a principios del siglo pasado y en un país que todavía se estaba desarrollando es verdaderamente admirable, y si lo comparamos con las condiciones actuales, en países desarrollados y casi un siglo después, es para echarse a llorar.

    Normal que la tergiversación y la mentira sean la regla.

    Saludos.

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