Un estado de derechos y firmes

Cómo llueven los palos en democracia, vienen a ser tan normales como la lluvia, el sol, la noche y el día. Pero si los golpes de los mercenarios de la burguesía hacen daño, las declaraciones de los politicastros no se quedan atrás, al menos a mí me sientan como puñetazos en el hígado. La repugnancia llega al máximo cuando fingen comprendernos, vienen a decir algo así como: "os comprendemos, no sabéis lo que nos duele joder vuestras vidas, pero esto es lo que hay amigos, vamos a seguir aquí trincando y tú ahí jodido". El pusilánime de Rajoy se expresó de un modo más contundente y claro, yo diría que por primera vez desde que es presidente. El buen hombre dijo que le importaban un bledo los manifestantes, para él los importantes son los que se quedan en casa con el pico cerrado. Aunque lo mejor de la jornada vino de la mano del periodista Aguilar, por lo visto le agarraron por banda a la salida de esa casa de putas llamada congreso de los diputados, el tipo perdió los papeles, hasta se puso chulito. Es lo que pasa, no están aconstumbrados a que les tosan, se rodean de pelotas, cobran 500 euros por media hora de propaganda en la televisión, les invitan a cenar los oligarcas, reciben premios... en fin, al final se ven a sí mismos en la punta del Titanic abrazos a una pelirroja guapísima gritando eso de "soy el rey de mundo". La delegada del gobierno Cristina Cifuentes, cuyo marido anda en busca y captura, no se quedó atrás en eso de la chulería, afirmó que los servicios de limpieza recogieron 4000 latas de cerveza, solo le faltó añadir que de manifestación nada, aquello era un macrobotellón antisistema y terrorista. Fíjense si estaban allí todos borrachos, que la policía terminó por pegar una paliza a uno de los suyos. Uno de esos que se visten de punkis para infiltrarse. Cómo gritaba el tío, "soy compañero", "soy compañero", como un gorrino en San Martín. No me digan que no estuvo simpático. Como reza el título de este comentario, estamos en un estado de derechos y firmes, te putean por todos lados y si se te ocurre abrir la boca te llevas unos golpes y unos insultos de regalo. Yo no bebo entre semana, que lo sepa la Cifuentes.