viernes, 25 de febrero de 2011

Impresiones de un viaje a Rusia

De José María Laso Prieto (en 1994)


Con este mismo título, hace unos años, el lector esperaría encontrar una descripción de un régimen social contrapuesto al de su país de origen o –en algunos casos– una reflexión sobre las posibilidades de desarrollo de un gran experimento social. Tales impresiones dieron incluso lugar a libros polémicos como los que en su día publicaron Fernando de los Ríos, Ángel Pestaña, Daniel Anguiano, Diego Hidalgo, Rodolfo Llopis, André Gide, H. G. Wells, Bertrand Russell, etcétera. Sus testimonios respectivos oscilaban entre la más entusiasta admiración por el régimen soviético y la más rotunda condena. Actualmente, tan apasionadas posiciones ya no son posibles pues ha desaparecido con el tiempo el estremecimiento que para el mundo supuso la Revolución soviética y que tan bien quedó reflejado en el célebre reportaje del periodista norteamericano John Reed. Después de la desintegración de la URSS, y de la crisis del sistema soviético, los problemas que se plantean son muy distintos, aunque no menos interesantes. Sigue sin despejarse la incógnita de si será posible restaurar el capitalismo en Rusia y de qué forma adoptará éste en el caso de que culmine una transición que ya va sufriendo varios zigzags. En contraste con la transición española, la de Rusia no sería sólo política, sino también económica y social. Precisamente, una de las razones del viaje que he realizado tenía por finalidad conocer mejor tan incierto proceso.

La finalidad general de mi viaje era participar –a partir del 25 de febrero– en el IV Congreso del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y en una conferencia internacional de partidos políticos de Europa oriental y occidental, así como de países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). En total participaron 25 partidos de 19 países y abarcaban desde partidos comunistas a partidos socialistas y socialdemócratas. Algunos de ellos, miembros de la Internacional Socialista, como el Partido Democrático della Sinistra, de Italia, y el PASOK griego de Andreas Papandreu. Por mi parte ostentaba, tanto en el congreso del PST como en la conferencia internacional, la representación del PCE y de Izquierda Unida. Una primera impresión del viaje se derivó del hecho de que el vuelo Madrid-Moscú ya no se realiza en aviones Aeroflot, sino de Iberia. En realidad, no se trataba de que Iberia hubiera reanudado el servicio Madrid-Moscú, seguramente ahora tampoco rentable, sino de que la compañía aérea española cubre actualmente el servicio Madrid-Tokio con escala en Moscú. Se explota así el hecho de que el vuelo más corto, y barato, desde Madrid a Japón es el realizado sobrevolando Europa y Siberia. Por ello, tanto a la ida como a la vuelta, la mayor parte de los pasajeros del avión español eran japoneses.

El vuelo fue muy confortable y estuvimos muy bien atendidos. Hay que reconocer que los servicios que ahora presta Iberia a sus pasajeros no desmerecen de los que proporcionan las mejores compañías aéreas extranjeras. Nuestra llegada al aeropuerto moscovita de Sheremetievo fue también impresionantemente invernal, ya que coincidió con una fuerte cellisca de nieve. Al parecer, este invierno ha sido en Rusia el más duro en los últimos treinta años. En Moscú han sido frecuentes temperaturas de 20 grados bajo cero y hubo un día que se alcanzó 37 grados bajo cero. Ello ha originado bastantes bajas, estimándose que sólo en la ciudad de Moscú el número de los fallecidos por congelación supera las 45 personas.

Al atravesar Moscú de parte a parte –de Noroeste a Sureste– se produce, no obstante, la impresión de que la inclemencia del tiempo no afecta mucho a los moscovitas. Un transporte público numeroso y variado (metro, trolebuses, autobuses y tranvías) funciona con normalidad y a cortos intervalos. La gente que marcha por las calles, en general, parece también protegida contra el frío, ya que la gran mayoría va provista de abrigos y gorros de pieles, lo que proporciona incluso una impresión de elegancia que ya no se mantiene durante el verano. Como pudimos comprobar después, otro servicio que funciona muy bien es el de la calefacción. Contrariamente a lo que sucede en Occidente, donde la calefacción o es de tipo familiar o central de un edificio, en Rusia la calefacción o es central de una ciudad o, en las grandes ciudades, abarca amplias zonas urbanas. La causa de este fenómeno estriba en que el sistema de calefacción general, tanto de viviendas como de edificios públicos, es asegurado por una central térmica local que suministra a todos los edificios de la ciudad agua y vapor muy calientes que sirven de calefacción general. Este sistema tiene la ventaja de que todo el mundo disfruta de calefacción a la misma temperatura –ello evita muchos constipados y catarros–, pero tiene el inconveniente de que nadie puede graduar la calefacción a su gusto. El buen funcionamiento actual de dos servicios tan esenciales como son –sobre todo en tan crudos inviernos– los transportes y la calefacción permite proporcionar a la vida ciudadana una sensación de normalidad. Sin embargo, dicho coloquialmente, la procesión va por dentro.

Deterioro general de la economía.

La política económica ultraliberal impuesta desde 1992 por Gaidar y Yeltsin ha deteriorado la situación económica hasta límites inconcebibles. La «reforma económica» ha producido, entre otros, los siguientes efectos: el aumento del coste de bienes y servicios en cientos de veces, proyectando al 90 por ciento de la población por debajo del nivel de pobreza; la caída de la producción un 25 por ciento en menos de un año –desde 1992 se estima en un 50 por ciento–, la inflación, la falta de dinero para el pago de los salarios y pensiones; las enormes deudas de las empresas; la reducción radical de los programas sociales, la caída vertical del rublo (en febrero un dólar se cambiaba por 2000 rublos); la transferencia ilegal de miles de millones de dólares a bancos extranjeros, una enorme especulación financiera; una corrupción general ligada a la proliferación de mafias y a un impresionante aumento de la criminalidad; un aumento abismal del déficit del comercio exterior; el descenso del nivel de vida de la mayoría de la población en más de tres veces; la disminución en un 50 por ciento de la circulación de mercancías; la mísera situación creada en la educación, la sanidad, la ciencia y la cultura por la falta de dotación presupuestaria. La tasa de inflación media alcanzó en los cinco primeros meses de 1992 el 700 por ciento y superó al finalizar el año el 2600 por ciento. 1993 y 1994 siguen a parecido ritmo. El desempleo se extiende continuamente, causando verdaderos traumas en un país que hace todavía cuatro años gozaba de pleno empleo. En Moscú el 80 por ciento de los parados son mujeres y este porcentaje se va a incrementar debido a que le Gobierno trata de impulsar a la mujer hacia tareas hogareñas para que dejen a los hombres sus empleos. Además, una ley reciente ha suprimido las guarderías y jardines de infancia gratuitos. Por falta de inversiones se está deteriorando el servicio aéreo y la red ferroviaria. «Pronto sólo podremos reunirnos con la familia», dice la gente. También la educación y la sanidad, donde ya no se invierte, se están deteriorando a todos los niveles. Por todo ello, la popularidad de Yeltsin ha caído tan en picado que se le atribuye el intento de demorar en dos años las elecciones presidenciales. No parece que ello sea posible, sin crear un grave riesgo de guerra civil, ya que tanto el Parlamento como la sociedad civil se opondrían contundentemente.

La Nueva España, 12/04/1994

4 comentarios:

  1. me gustó la observación sobre las ventajas de la califacción centralizada - de hecho también fue uno de los logros socialistas: por aprovechar el efecto de economía de escala (no se gastaban tantos recursos como en el caso de la calefacción tipo familiar, etc.). Los paises occidentales simplemente no pudieron gozar de tal tipo de la centralización: por la cuestión de la propiedad privada sobre la tierra. Aunque unos paises del Norte de Europa tratan de aplicar estos logros soviéticos.

    A propósito, S.Kara-Murza escribió respecto a este tema un libro - "Zar Frio o ¿por que se congelan los rusos?".

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  2. Si, es muy interesante. No lo sabía, me enteré por este autor.

    Hay una terrible falta de literatura sobre la historia soviética (propaganda sí hay), es una pena.

    Por cierto, espero ese artículo de Kara!!

    Saludos!!

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  3. A propósito, ¿puedes recomendarme alguna página, a donde podría subir este archivo (el artículo de S.Kara-Murzá)? ¿o tal vez, que sea posible publicarlo en alguna biblioteca virtual?

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  4. Quizás aquí: http://www.scribd.com/

    Y luego lo enlazas a tu blog para darlo a conocer.

    Es una pena que haya tan poco de este autor en español, me gusta su visión.

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