domingo, 27 de febrero de 2011

Paradigmas y paranoia

La edición de 1975 de la Enciclopedia Britannica afirma que "durante un cuarto de siglo antes de su muerte en 1953, el dictador soviético Joseph Stalin probablemente ejerció mayor poder político que ninguna otra figura en la historia". Como "Generalísimo Stalin" y Comandante en Jefe del Ejército Soviético, Stalin forzó la rendición del Ejército alemán, la más poderosa y tecnológicamente avanzada máquina de conquista de la historia. Bajo las órdenes de Stalin y de sus generales, los soldados soviéticos pudieron apuntarse con toda justicia el crédito de aproximadamente 8 de cada 10 alemanes muertos o capturados, abonando la duda sobre una revista americana de noticias que en 1944 presentaba al general americano Eisenhower como "el hombre que derrotó a Hitler". Los tanques alemanes Tiger y los rusos JS ("Joseph Stalin"), todos ellos tanques pesados, se enzarzaron en la que hasta la fecha ha sido la batalla de vehículos armados más colosal de la historia.

A las puertas de Moscú, las fuerzas invasoras del Eje, específicamente las fuerzas nazis de Hitler, sufrieron su primera gran derrota. Allí los combatientes rusos recibieron la ayuda de tropas asombrosamente feroces procedentes de Siberia y de los Urales --soldados conocidos de manera habitual e incorrecta en occidente como tropas "cosacas". ¡La mayor parte de los cosacos eran anti-comunistas y muchos de ellos colaboracionistas nazis, que huyeron cuando el Ejército Rojo obtuvo la victoria (el "cosaco" --Kazaki en ruso-- no tiene nada que ver con el pueblo ural-altaico conocido como "Kazajos")! En realidad, Napoleón había sobrepasado a Hitler en el daño infligido a Moscú. Después de la derrota del magnífico ejército de Napoleón en su fracasado intento por conquistar Rusia en el verano de 1812, y vencido Napoleón, los soldados hambrientos irrumpieron en las casas abandonadas de Moscú en busca de comida, provocando una espectacular conflagración de seis días que rivalizó con el Gran Incendio de Londres de 1666 y el Gran Incendio de Chicago de 1871. La primera gran derrota de las fuerzas alemanas de Hitler en la fortificada Moscú demolió las incipientes leyendas sobre la invencibilidad del ejército de Hitler y la "superioridad aria". Antes de su suicidio, menos de cuatro años más tarde, Hitler perdió su convicción en las teorías pseudocientíficas entonces en boga entre muchos científicos e intelectuales alemanes, que habían creído en la ‘Unterlegenheit’ ("inferioridad") eslava (de Europa del Este y de Siberia).

Stalin alcanzó esta victoria utilizando tácticas de guerra que hoy en día todavía impresionan y escandalizan a los militares y civiles de occidente: mandaba que las tropas soviéticas fueran seguidas a través de los campos de batalla por el NKVD (policía de seguridad interna y servicio de inteligencia), que tenía órdenes de disparar al instante contra aquellos soldados que quisieran retirarse o rendirse al enemigo. Quien se horrorice ante esta medida, sin embargo, debería intentar explicar a los pocos supervivientes vivos de estas batallas que no les incumbía moralmente el sometimiento, la conquista, el genocidio, o lo que los americanos dijeron provocativamente que era el objetivo del Tercer Reich --saquear los recursos económicos de la Unión Soviética y esclavizar a los eslavos--, ya que no parece haber existido ningún otro camino para evitar la derrota.

Durante la contienda, Stalin llevó a cabo pocos o ningunos esfuerzos para repatriar a los prisioneros de guerra --ni siquiera para negociar la vuelta de su propio hijo capturado, Yakov. Stalin reasentó a muchos habitantes de los territorios soviéticos que habían sido capturados y controlados por los alemanes, traslándolos a partes remotas de los enormes interiores asiáticos de la Unión Soviética. Después de la guerra, a menudo ordenó que las familias de los soldados soviéticos que habían caído en manos del enemigo fueran detenidas temporalmente, cerrando y sellando sus apartamentos, una práctica que los rusos llamaron 'opechatany'. Esta práctica se dijo que estaba dirigida contra espías extranjeros, "saboteadores" y otros "enemigos del pueblo" internos --y fue supervisada por el Jefe leal del NKVD de Stalin, Lavrenty Beria.

Beria era el sucesor de Nikolai Ivanovich Yezhov, que estuvo a las órdenes de Stalin como jefe del NKVD sólo desde 1936 hasta 1938. En 1940, Yezhov fue detenido y ejecutado, convirtiéndose así en el "represor reprimido", como lo había sido Yagoda, que precedió a Yezhov como "policía supremo" de Stalin. Comúnmente, los años en que Yezhov estuvo a la cabeza del NKVD se conocen como el "Gran Terror", las Grandes Purgas, o la "Yezhovshchina".

La mayor parte de estos acontecimientos son bastante conocidos, aunque el propio Yezhov lo sea menos. Se parecía al atractivo actor Von Flores, que interpretó el papel de Sandoval en la serie de televisión póstuma (recientemente estrenada) de Gene Roddenberry Earth-The Final Conflict [La Tierra: Conflicto Final], más que al actor rechoncho, prematuramente alopécico e indescriptible que interpretó a Yezhov en la película Stalin de la HBO, protagonizada por la estrella Robert Duvall.

En su mayor parte, los académicos profesionales, historiadores y hombres de letras de occidente han ofrecido sólo tres o cuatro teorías distintas para explicar las causas del presunto "exceso de muertes" y la crueldad de las Grandes Purgas de los años 1930, y de la implacable pero eficaz táctica de guerra de Stalin. La explicación que se oye más a menudo sostiene que la fuente de las detenciones, la brutalidad y las matanzas se hallaba en la mente de un dictador trastornado (Stalin), un paranoico, que de otro modo era un bruto mediocre --e incluso de escasa inteligencia--, cuya perversidad se parecía bastante a la que se atribuye al funcionario nazi Adolf Eichmann a través de los escritos de Hanna Arendt: una perversidad ordinaria, aburrida, sencillamente de este mundo –completa y banalmente humana.

Otra teoría –conocida como la del “cañón suelto”-- dice que el NKVD se descontroló, sobre todo bajo el mando de Yezhov. Esta explicación también está ligada estrechamente a la personalidad de Stalin, debido a su participación en el mando y a su responsabilidad última en las operaciones del NKVD. Ilya Ehrenburg, autor de The Ninth Wave [La Novena Ola] y ganador de dos Premios Stalin, dijo que Yezhov era mencionado habitualmente como el "Comisario Estalinista" (citado en Conquest, R., The Great Terror: A Reassessment [El Gran Terror: una Revisión], p. 63). Boris Pasternak, ganador del Premio Nobel y autor de Doctor Zhivago, creía que Yezhov ocultaba la magnitud exacta de las Grandes Purgas de Stalin, haciendo a Yezhov culpable de una especie de "negligencia del NKVD". Ésta es una forma más compleja de la teoría del "cañón suelto", que por lo general se refiere a Yezhov simplemente como una "creación de Stalin" o incluso como una "marioneta de Stalin".

Una teoría más nebulosa pero sutil, representada principalmente por el novelista ruso, Premio Nobel e historiador Aleksandr Isayevich Solzhenitsyn (n. 11 dic. 1918), encuentra la explicación del "Gran Terror" en el sistema soviético gubernamental en sí mismo, que habría cobrado una vida propia, insidiosa y cruel, como el sistema judicial de pesadilla retratado por Franz Kafka en su novela Der Prozess (El Proceso). En esta imaginativa anticipación del totalitarismo, una organización enorme, anónima, burocrática e impersonal actúa misteriosamente como una entidad sensible y como segundo protagonista espectral por derecho propio, atrapando y estrangulando al protagonista principal de la novela, el acusado Joseph K., hasta que finalmente éste acepta su propia culpa y su ejecución sin protestas. Las teorías del tipo de la de Solzhenitsyn, por lo tanto, se hallan menos ligadas a la personalidad y responsabilidad de Stalin que las teorías del "dictador trastornado" y del "cañón suelto" del NKVD (o de Yezhov).

Otra teoría proviene de un conocimiento profundo de la política marxista durante los primeros días del poder soviético. Esta teoría afirma que las Grandes Purgas fueron un corolario derivado de la naturaleza del leninismo. A diferencia de los mencheviques, que formaban el ala no leninista del Partido Socialdemócrata Obrero Ruso, los bolcheviques creyeron en la necesidad de una elite de mando constituida por "revolucionarios profesionales" en la lucha contra el capitalismo y en la construcción de las sociedades socialistas. Lenin propuso la necesidad de este cuadro relativamente pequeño de intelectuales y revolucionarios --un núcleo del partido protegido y de carácter conspiratorio-- para comandar e influir en las grandes masas trabajadoras de la sociedad, así como en numerosos simpatizantes y partidarios independientes, con el objetivo de llevarlos hasta la periferia del Partido. Esta idea fue proseguida por Stalin, y de esta manera se integró en las teorías y explicaciones de la Yezhovshchina que se apoyaban en el pensamiento y las creencias de Stalin.

Que los represores fueran reprimidos, esto es, que los jefes del NKVD Yagoda, Yezhov y Beria fueran detenidos y ejecutados, a menudo se considera una evidencia de la paranoia de Stalin. Beria fue detenido y ejecutado bajo el mandato de Jruschev, pero antes de que esto se supiera con claridad, se rumoreaba que Stalin había empezado a estar "descontento" con Beria y que "debía de haberlo" purgado. A veces se considera que los temores de Stalin tenían alguna base racional y objetiva, reconociendo la realidad de la pinza de Alemania y Japón, cuyo belicismo y expansionismo amenazaron a la Unión Soviética a lo largo de un inmenso eje este-oeste durante la época de Stalin. También a veces se reconoce una validez limitada a los "complejos de persecución" de los líderes soviéticos, debido a la realidad de la conocida intervención de tropas japonesas y occidentales --con la inclusión de tropas estadounidenses-- en la Guerra Civil rusa. Durante esta guerra, que siguió inmediatamente a la Revolución Bolchevique, los ejércitos extranjeros prestaron ayuda a un ejército zarista, contrarrevolucionario y "Blanco" (anti-rojo o anti-comunista), que se abalanzó sobre la nueva capital de la Revolución, Moscú, desde Siberia, Polonia, Ucrania y Estonia. Fue un intento sangriento, costoso y fallido de derrocar al nuevo gobierno proletario bolchevique.

¡Los temores de Stalin y Yezhov a la infiltración encubierta de fascistas en el Partido Comunista, sin embargo, por lo general se consideran mayormente irracionales o exagerados, a pesar del hecho de que había "Quintas Columnas" nazis en muchos países europeos en aquella época --así como en los Estados Unidos! A veces se establecen comparaciones insidiosas con el McCarthyismo, y Stalin y los miedos de Yezhov son ridiculizados como una "espionitis" que caracterizó a toda la época de Stalin. ¡Pero las preguntas sobre la existencia y amplitud del espionaje alemán y japonés, y sobre el sabotaje dirigido a derribar al régimen comunista, omiten u ocultan otra gran amenaza --una amenaza muy conocida para Stalin, Yezhov y otros muchos! Esta amenaza es poco conocida en el mundo de habla inglesa, y resulta muy embarazosa para éste.

En 1918, un jefe de espionaje llamado Sidney Reilly, que operaba mediante el canal diplomático oficial de Gran Bretaña en Moscú representado por Robert Bruce Lockhart (un alcohólico que luchó con su problema hasta el final de su larga y prestigiosa carrera profesional en el gobierno británico), "estuvo en un tris", como dijo el mismo Reilly, de derrocar a la Revolución Bolchevique. Reilly fue promovido a los cargos más altos del gobierno británico por un maníaco depresivo (desorden emocional bipolar congénito o hereditario) que lo admiraba enormemente: el escritor y futuro primer ministro Winston Churchill. Churchill llamaba a su propia enfermedad mental de toda la vida su "Perro Negro". Esta enfermedad se remontaba muy atrás en su linaje, a través de su padre, Lord Randolph, cuyo cerebro quedó destruido en las últimas fases de una parálisis general, hasta llegar a John Churchill, primer Duque de Marlborough (n. 1650). Uno de los biógrafos de Winston, Lord Moran, ha registrado que Churchill contó en varias ocasiones que siempre evitaba quedarse de pie al borde del andén de un tren expreso o cerca de un barco porque, como el mismo Churchill decía, "una decisión de un segundo acabaría con todo". Aunque Churchill se quejara de sus estados de humor "bajos" (depresivos), no fueron éstos probablemente los que perjudicaron su juicio sobre Reilly, un fanático mesiánico anti-bolchevique cuya visión también estaba gravemente perturbada, "cuyo hobby era coleccionar Napoleoniana" y que se veía a sí mismo "como un nuevo Napoleón" (Knightley, The Second Oldest Profession [La Segunda Profesión Más Antigua], p. 60). En estos estados de humor bajos, el juicio de Churchill era probablemente cuerdo, aunque uno pueda dudar de su perspectiva general sobre la vida. El desorden bipolar actúa de tal modo que era más probable que el exceso de confianza de Churchill en un tipo inestable y poco fiable como Reilly, y su admiración por el plan de Reilly para derrocar a los bolcheviques, fueran resultado de los períodos de humor "altos" (maníacos) de Churchill. (Ver Molecules and Mental Illness [Las Moléculas y la Enfermedad Mental] de Samuel H. Barondes, Biblioteca Científica Americana, Nueva York, 1993, pp. 126 - 127 sobre la enfermedad mental de Churchill). Es significativo que la enfermedad mental (también hereditaria) del pintor post-impresionista Vincent Van Gogh (n. 1853), su angustia persecutoria y sus percepciones desequilibradas debidas también probablemente a un trastorno emocional bipolar, sea bastante conocida, pero que la de Churchill no lo sea (o deliberadamente no se mencione, o bien sea minimizada y\o excusada). El principal reparto de personajes que se hallaba tras la intriga de Reilly para derribar a los bolcheviques --a saber, el "nuevo Napoleón" Reilly, un Churchill depresivo que tenía miedo de estar en un andén porque no podría evitar lanzarse sobre los raíles, y el alcohólico Lockhart-- desafiaría toda credibilidad si apareciera en una novela o en un guión cinematográfico. Podría ser una comedia de Mel Brooks, si no fuera por el hecho de que Winston Churchill fue el principal instigador de la política anti-comunista anglosajona en todo el mundo durante este período. En 1946, Churchill visitó los EEUU y pronunció un famoso discurso en Fulton, Missouri, en el que siguió advirtiendo a Occidente --en este caso a EEUU-- "de la política expansionista" de la URSS, favoreciendo una estrecha alianza angloamericana contra el comunismo. En ese tiempo acuñó la famosa expresión, ya muy gastada, del "Telón de Acero". (Veremos a continuación que, según el entonces Ministro de Asuntos Exteriores británico Anthony Eton, Stalin se burló coherentemente de Churchill y del presidente americano F.D. Roosevelt en la Conferencia de "Los Tres Grandes" tras la SGM. Stalin también se acercaba a la senectud en esta época, pero su envejecimiento cerebral parece haber seguido un curso muy normal).

El plan de Reilly había consistido en sobornar a mercenarios letones guardaespaldas de los líderes bolcheviques, e inducirlos a arrestar a Lenin y Trotsky cuando los dos llegaran juntos a Moscú. Mientras tanto, 60.000 oficiales y soldados rusos blancos aguardarían en las afueras de la ciudad, esperando la señal para movilizarse. Lenin y Trotsky serían paseados en grilletes por las calles, y la Revolución se declararía oficialmente terminada. Simultáneamente, Moisei Uritsky, presidente de la Cheka (el primer servicio de inteligencia de la Revolución) de Petrogrado, debía ser detenido en el transcurso de un levantamiento contrarrevolucionario similar en Petrogrado. El plan fracasó y se salió fuera de control, ya que, antes del tiempo señalado, una socialista fanática llamada Fanny Kaplan disparó dos veces a quemarropa sobre Lenin, el día después de que Uritsky fuera asesinado en su oficina. Estos asesinatos habían sido planeados sólo como contingencias. Lenin sobrevivió con un pulmón dañado y con la segunda bala alojada cerca de la arteria principal del cuello. Murió seis años después, debido al daño crónico de salud que estas heridas le causaron.

A causa de este complot, en parte abortado y en parte fallido, los agentes y saboteadores contrarrevolucionarios de habla inglesa financiados por los británicos estuvieron bajo una sospecha tan grande --o mayor-- que los agentes secretos japoneses y alemanes durante la muy ridiculizada "espionitis". El desmantelamiento de este complot --conocido como la "Conspiración de los Embajadores" en la Unión Soviética, y en Occidente como la Conspiración Lockhart o Conspiración Letona (como si los letones tuvieran la culpa)-- fue uno de los muchos logros superlativos de Felix Dzerzhinsky como primer organizador de la Cheka. Reilly y sus socios conspiradores no apreciaron plenamente, como señala Phillip Knightley en su libro The Second Oldest Profession [La Segunda Profesión Más Antigua], "la inteligencia y los recursos del polaco [Dzerzhinsky], que fundó el moderno servicio de inteligencia soviético", al que Reilly y sus socios conspiradores hubieron de enfrentarse (Knightley, op. cit., p. 85).

Lo anterior se contradice totalmente con la opinión convencional, según la cual la sociedad estalinista y sus funcionarios estaban completamente dominados por la paranoia irracional y el aislacionismo xenófobo. En la época de la Yezhovshchina, muchos Viejos Bolcheviques se habían convertido en funcionarios soviéticos de alto rango. Recordaban muy bien el desmantelamiento de la Conspiración Lockhart. ¡Por lo tanto, habla en favor de su extraordinario coraje y disposición que ellos y sus protegidos más jóvenes (como Yezhov) invitaran a todos los procuradores y abogados extranjeros --sobre todo británicos y americanos-- que lo desearan a asistir como oyentes a los Procesos de los años 1930!

Reilly también participó en lo que Knightley llamó 'el mayor susto comunista en la historia política británica' (Knightley, op. cit., p. 62). Se trató de la circulación, justo antes de las elecciones generales de Gran Bretaña el 29 de octubre de 1924, de una carta fraudulenta atribuida a Zinoviev, que era uno de los compañeros de Lenin y que se había convertido --tras la muerte de Lenin-- en una figura central en la dirección del Partido Comunista de los años 1920. La carta pedía a los miembros del Partido Comunista Británico que intensificaran su trabajo con los simpatizantes del Partido Laborista Británico, con el fin de preparar la revolución. La falsificación alejó a bastantes votantes del Partido Laborista, lo que permitió satisfactoriamente derrotar al primer gobierno británico laborista y devolver el poder a los conservadores. Esto envenenó todas las relaciones y tratados comerciales ruso-angloamericanos durante casi tres décadas. ¿Cuál era la necesidad inmediata de la carta? Según Knightley, "el Partido Laborista consideraba la posible suspensión del SIS [Servicio de Inteligencia Secreto o "MI6"] y la apertura de sus archivos-- una propuesta que, si se ponía en práctica, surtiría efecto en 1925. Así pues, el SIS tenía muchos motivos para sabotear [sic] las posibilidades de elección de los Laboristas, con el fin de lograr que lo anterior no sucediera" (ibíd., p. 63). Esta carta "endureció las actitudes y marcó un punto decisivo en la opinión de Rusia respecto a Occidente y en la opinión de Occidente respecto a Rusia. Obligó a Rusia a volverse más aislacionista y suspicaz frente a las intenciones de Occidente..." (Ibíd., pp. 75 - 76). Según el mismo Lockhart, en los primeros días de la Revolución, los bolcheviques eran "sorprendentemente tolerantes" (ibíd., p. 75). La conspiración de los embajadores, el intento de asesinato de Lenin, otros asesinatos (como el de Uritsky y posteriormente el de Kirov), la carta falsificada de Zinoviev y muchos casos más (detallados a continuación) envenenaron la permisividad e imparcialidad de los primeros bolcheviques (lo que también se detallará a continuación), obligándoles a tomar medidas cada vez más severas que han sido el tema favorito de una gran cantidad de propaganda anti-soviética.

Philip E. Panaggio: STALIN Y YEZHOV: UNA VISIÓN EXTRAPARADIGMÁTICA

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