domingo, 27 de febrero de 2011

Siguiendo la receta de Orwell: comentario al artículo de A.A. Pechenkin

Artículo de Serguei Kara-Murza en repuesta a un artículo de Pechenkin. Lamentablemente no he podido encontrar el artículo de Pechenkin. Kara-Murza se refiere a uno de los tópicos más frecuentes del anticomunismo, esto es: que la ciencia soviética estaba bajo el control ideológico del partido y que por tanto los científicos no tenían libertad de acción dando como resultado una ciencia de baja calidad. En concreto se refiere al "conflicto" con la teoría de la resonancia.

Si el lector quiere puede completar este artículo con el capítulo 3 del libro Stalin y Yezhov: una visión extraparadigmática, de Philip E. Panaggio, titulado El Lysenkismo como paradigma guerra.

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El artículo del Dr. Pechenkin tiene como objeto de análisis las relaciones entre la ciencia soviética como entidad sociocultural y el sistema de poder político de la URSS. Precisamente se presenta un modelo que explica estas relaciones a través del discurso ideológico. Este modelo es extraído del marco del problema general, esto es, las relaciones entre la ciencia y la ideología. Así, el caso de la ciencia soviética aparece como una anomalía en la historia de la ciencia, como una particularidad excepcional de la sociedad formada en el curso del proyecto llamado socialismo soviético. Es una sugerencia ideológica elaborada de forma implícita, simplemente por no establecer el sistema de coordenadas con otros precedentes históricos y formulaciones de tipo general. No dice el autor que el uso de los calificativos ideológicos en los debates científicos sería imposible en la sociedad occidental, pero de todo el contexto está claro que se trata de un fenómeno exclusivamente soviético. Esto deforma y restringe mucho el modelo, disminuyendo su valor eurístico. Para nada sirve la falsa promesa de tolerancia e imparcialidad: el objetivo de este artículo no es exponer los horrores del estalinismo ni acusar a nadie.

A partir de un caso concreto (el debate sobre la teoría de resonancia) se sacan conclusiones negativas generales sobre la ciencia soviética como institución. El lector no puede sino reforzar su opinión de que hubo algo intrínsecamente enfermo en el organismo de la ciencia de la URSS, debido a que éste fue formado como parte de un sistema sociocultural mutante, penetrado por la ideología comunista totalitaria. A mi juicio, el material empírico dado en el artículo, al ser despojado de la fraseología ideologizada y de las sugerencias solapadas, no permite crear la imagen presentada por el autor.

Aún más, todo lo contrario. Hoy, recorriendo la historia del último siglo en Rusia, se debería sentir asombro por la capacidad de la ciencia para amortiguar las pasiones y conflictos que se producían en la sociedad soviética como reminiscencias de una tremenda guerra civil y fruto de sobreesfuerzos de un proyecto de desarrollo mesiánico. Uno puede quejarse de esta historia, pero no hubo otra y tenemos que entenderla tal como fue. Dadas las condiciones reales en la URSS de finales de los años 30 (aplastamiento de la opción perdedora del bolchevismo, tanto más sangriento cuanto que fue provocado para separarlo de la guerra grande que venía) como de principios de los 50 (la guerra fría, nada de broma para la nación de inválidos de guerra), un historiador de la ciencia debería plantear una pregunta más fundamental:¿qué mecanismos poseía la cultura de la URSS, la ciencia incluida, para convertir los choques político-ideológicos en un ritual, apagando el proceso autocatalítico de conflictos que haría imposible cualquier labor científica o cultural? Por más que buscaron los historiadores sovietólogos interesados, no encontraron otro caso semejante al de Lysenko (y también tuvieron que deformar mucho este caso, eliminando precisamente lo que debe interesar a los historiadores de la ciencia, el conflicto cognoscitivo y no político) (1).

Entonces, se presentó como una prueba del horror del estalinismo el debate sobre la teoría de resonancia calificado como asalto político-ideológico. ¿En qué consistió el horror, qué les pasó a las víctimas? Tres nombres eran objeto del ataque directo (se hablaba de la teoría de resonancia de Nesmeyanov- Syrkin-Diatkina). Inmediatamente después del asalto Nesmeyanov fue elegido Presidente de la Academia de Ciencias de la URSS, el tercer puesto en la jerarquía soviética. Syrkin perdió el puesto de director de departamento en una universidad química (¡su segundo trabajo!), aunque conservó el puesto de catedrático en esta universidad. ¿Ha sido relacionado este martirio con su rebeldía científica? ¿Ha sido un ajuste de rutina impuesto por el tribunal de cuentas? Pechenkin, prudentemente, esquiva este asunto. Un simpatizante de la resonancia, M. Volkenstein, perdió temporalmente (!) su segundo puesto como profesor asociado en una escuela universitaria. En la URSS tener un segundo puesto académico, sobre todo directivo, era un privilegio de la nomenklatura científica muy reducida. Los investigadores de fila trabajábamos en un único puesto, a duras penas llegando a casa por cansancio. Llamar víctimas del ataque político-ideológico a los que perdieron temporalmente un privilegio elitista me parece ahistórico. En la realidad soviética palabras como represión y sufrimiento tenían un sentido bien diferente.

Encuentro una debilidad metodológica del modelo de Pechenkin en el hecho de que el apela a la mentalidad de los científicos (en química y física) de hoy, en el momento de la máxima liberación de estas ciencias de las trabas de la filosofía, sin explicar adecuadamente el contexto real de la ciencia soviética de aquel momento. Es bien sabido que en cualquier rama de la ciencia que en un momento dado influye en la formación de la ideología el debate teórico se acompaña con la argumentación filosófica. Así fue con la mecánica, con el problema del vacío, con la termodinámica y con el evolucionismo. Lo mismo vemos hoy en la etología y la antropología, en la sociobiología, etc. A nadie le parecería raro oír que un modelo en la ecología se califica de mecanicista o reduccionista. Al químico de hoy esto le es completamente ajeno, pero no era así hace 45 arios en la URSS. El argumento de Pechenkin para llamar al debate asalto ideológico consiste en el hecho de que los cuatro críticos de la teoría (todos científicos importantes en sus áreas) usaron calificativos de índole filosófica: una teoría no materialista y mecanicista. En realidad, tenían razón, pero Pechenkin desde el principio se abstrae del contenido del conflicto. Todas las citas de los asaltantes (supongo que el autor no escogi6 las más suaves) parecen hoy completamente sensatas y moderadas. Pechenkin se ve obligado a llamar denuncia política de la teoría de resonancia a epítetos tales como físicamente inconsistente y metodológicamente errónea (2).

Pechenkin habla sobre la inusitada actividad filosófica de los químicos soviéticos sin explicar porqué existía esta preocupación. El la considera an6mala e ilegítima, una perversión tanto de la ciencia como del régimen político (3). Tal vez con ello esté de acuerdo cualquier científico positivista e individuo libre de la sociedad civil de Occidente. Imagínense a los líderes del PP, o incluso del PSOE, preocuparse por la manera de escribir la fórmula del benceno! Parece una locura. Pero recordemos que una etapa importante en la formación del partido bolchevique fue la elaboración por Lenin del libro Materialismo y Empirocriticismo y los debates en torno a esta obra –que trataba el problema filosófico de la crisis en física- entre los cuadros del partido. Evidentemente, se trata de una situación cultural completamente diferente a la que está acostumbrado el estrato cultural de Occidente. Pechenkin tuvo buena ocasión para explicar esta diferencia basándose en un caso concreto, pero optó por asumir un enfoque eurocentrista, presentando los rasgos específicos de una cultura como desviación de la norma. No es propio de la historia de la ciencia de hoy, que precisamente trata de superar el eurocentrismo y poner el objeto en su contexto cultural no simplificado y adaptado a la norma correcta.

Sin poder entrar en el problema del genotipo cultural de la ciencia rusa (soviética), diré solamente que ésta era una parte de una cultura, de una sociedad y de estado diferentes de las estructuras occidentales, y diferentes de manera cardinal. Se trata de una sociedad tradicional e ideocrática, no moderna y civil. Por lo tanto la actividad cognoscitiva (la ciencia) no podía ser desvinculada de los problemas metafísicos. ¿Impedía ello el acto cognoscitivo, tal como sugiere, por ejemplo, Radnitzky? De ninguna manera. ¿Causaba ello estragos y colisiones de índole ideológica? Sí, por supuesto, pero del mismo modo que en la sociedad moderna, que tiene sus enfermedades, inflexiones y accesos de fundamentalismo (basta recordar el fascismo alemán). Para crear la imagen del ambiente totalitario el Dr. Pechenkin trata de emocionar al lector usando alusiones que no se apoyan en material factológico. Así, se explica la conducta de los científicos en el caso estudiado con la fórmula de Orwell en su anti-utopía 1984: Gritar junto con el gentío es la única manera de estar a salvo [p. 144]. Evidentemente, esto no se corresponde en absoluto con el caso descrito (¿quién era el gentío? ¿De qué estaban amenazados los que gritaron?). Es método dudoso el poner un caso semejante en el contexto de Orwell, pero más importante es que esta alusión demuestra que el Dr. Pechenlcin no distingue la sociedad tradicional y la moderna (atomizada). La anti-utopía de Orwell describe la totalitarización de una sociedad de hombres hace tiempo convertidos en individuos libres, un proceso que ni siquiera con los rasgos antropológicos de la Europa católica es compatible. Confundir los modelos de totalitarismo propios de dos tipos de sociedad distintos, después del conocimiento acumulado en la antropología, la culturología y la psicología social durante las ŭltimas cinco décadas es realmente raro. Esto inevitablemente lleva a otras confusiones.

En el artículo de Pechenkin las cosas más evidentes y universalmente conocidas se convierten en algo siniestro, propio del régimen soviético. El mecanicismo fue vinculado por los ideólogos soviéticos con el modo burgués de interpretar ciertos procesos sociales. iQué horror! Pero se trata de una afirmación completamente trivial, no ha sido ningún descubrimiento estalinista. Toda la ideología de la sociedad moderna se basaba en el mecanicismo. Basta ver el modelo antropológico de Hobbes (hombre-átomo, individuo libre) y la economía política de Adam Smith. La crítica del mecanicismo como fuente de la ideología burguesa que hacen el físico Ilia Prigogine, los antropólogos Konrad Lorenz y Lévi-Strauss o el psicólogo Erich Fromm es mucho más dura e implacable que la que hacían los ideólogos estalinistas.

En un extraño párrafo Pechenkin le explica al lector español el significado de la palabra ideología. Resulta que la ideología en la URSS eran normas tácitas de conducta para cada ciudadano, por ejemplo, aplaudir, poniéndose de pie, cuando se pronunciara el nombre de Stalin. Parece increíble leer tales bromas en 1995, cuando ya conocemos los efectos de la eliminación forzosa de las normas tácitas de la ideología real que consolidaban en la vida pacífica un complejo sistema poliétnico y policonfesional como la URSS o Yugoslavia. La ignorancia de los políticos se paga con la sangre de gente inocente. Pero ¿no somos, en parte, los historiadores culpables de la ignorancia de los políticos? ¿En qué se transforma la ridiculización del concepto mismo de ideología en una sociedad ideocrática? En la incomprensión de toda la semiótica, del lenguaje de signos de esta sociedad, es decir, de los fenómenos sociales y culturales (4).

Desarrollando su modelo de asalto político-ideológico, Pechenkin entra en contradicción con su material empírico. Los hechos, tal como están presentados en el artículo, son así. Un profesor critica en términos filosóficos una teoría apoyada por varios de los jerarcas más importantes de la ciencia soviética ique eran también jerarcas del partido! (vaya totalitarismo). A él se unen dos jóvenes (pero bastante brillantes) investigadores. La revista teórica del PCUS Bolchevique reprocha a ellos el tono voraz y tendencioso de su criticismo. ¿Dónde está aquí el maldito régimen con su ataque político-ideológico? ¿En la revista Bolchevique o en los jerarcas atacados? Aquí sí haría falta la explicación de los términos. Para resolver el problema del debate se forma una comisión de entre los científicos más prestigiosos cuyo valor académico nadie duda. Pero no hay manera de complacer a Pechenkin: la comisión era parte de la estructura burocrática de la Academia de Ciencias. Pero ¿podía ser de otra manera? ¿Se conocen comisiones de alto nivel formadas por una institución que no sean parte de la estructura burocrática? ¿Debía formarse tal comisión, convocando a voluntarios de la calle? La comisión realizó trece (!) sesiones, invitando a hacer ponencias y participar en la discusión abierta a todas las partes implicadas. ¿Qué hay de malo en tal burocracia? ¿Por qué Pechenkin asegura que la comisión no logró evitar ciertas discusiones científicas? ¿Dónde se ve este deseo frustrado? ¿Qué base hay para afirmar que la comisión debía aprobar la validez de la teoría de Butlerov en el siglo XX y denunciar la teoría de resonancia (5)? En los eventos científicos organizados por la comisión se discutieron importantes problemas de química y mecánica cuántica. El Dr. Pechenkin se queja de que los miembros de la comisión ni siquiera leyeron la parte del informe dedicada al conflicto propiamente ideológico. Es porque eran gente sensata y sabían distinguir el rito y la realidad, la capacidad perdida por muchas mentes ilustradas pasadas por el lavadero de la perestroika.

Al final de la labor de esta comisión se reunió una conferencia científica que Pechenkin califica de matanza de corderos de sacrificio. Y los corderos eran los adeptos a la teoría de resonancia. Pero iqué matanza más rara! Se mantuvo el status quo en la química soviética y no hubo cambios administrativos. Qué pobre es el material de que tienen que valerse los críticos del sistema soviético ya hacia finales de los años 40. Inevitablemente esto lleva al uso de la doble vara y la balanza trucada. Cuando en la historia estos roces rituales en la cúpula se presentan como horrores y matanzas, cuando el perder un segundo o tercer puesto de catedrático te convierte en víctima, me imagino con qué ojos ven esto las sombras de los soviéticos, científicos incluidos, realmente sacrificados en el curso del tremendo proyecto que era la URSS.

Por fin, el Dr. Pechenkin propone una explicación de este asalto que, como dice, está en contraste con las dos interpretaciones anteriores. Una es de G. Bykov, historiador soviético, que resaltaba el contenido científico del conflicto (según Pechenkin, porque era simpatizante de la campaña antiresonancia). Otra es de Loren Graham, un historiador americano que, al contrario de Bykov, se interesaba sólo por el lado político-ideológico. Para mí, ambos enfoques tienen su lógica derivada del objeto final de ambos autores. Pechenkin propone algo absolutamente nuevo, interpretando el asalto como un caso de ritual religioso en la ciencia. Es una proposición realmente fuerte. ¿En qué se basa?

Pechenkin lo formula así:

"La campaña anti-resonancia, especialmente 1a conferencia de 1951, es semejante al ritual religioso en que 1a teoría y sus adeptos sirvieron como corderos de sacrificio. La conferencia y las reuniones durante 1a campaña hacen pensar en danzas rituales en las que participaron los miembros de la Academia, los miembros correspondientes, los profesores y el público".

Evidentemente, todo esto es una metáfora. ¿Qué material empírico y qué análisis estructural hay detrás de ella? A mi juicio, ninguno. Evidentemente, toda la actividad social tiene su lado ritual, sin tener por eso necesariamente algún componente religioso. Veamos rituales más sofisticados y pomposos. ¿Es la entrega del diploma de postgrado un acto religioso? ¿Es un acto religioso la llegada del canciller Kohl a París? Diré más, toda la vida social de los animales, insectos incluidos, se rige por rituales ¿Está detrás de la boda de los gatos o la danza de las cigüeñas alguna religión? Que raro en este pensamiento crítico liberal.

El Dr. Pechenkin ha escrito su artículo en un momento, cuando la ciencia soviética está desapareciendo bajo golpes de los progresistas enemigos del sistema. Los científicos son la primera víctima social de la destrucción de la URSS, y esto no es ninguna metáfora. Conozco a los que eran la gloria de la ciencia universal y hoy están o han muerto en la pobreza más auténtica. El asesinato de la ciencia en la URSS no tiene ningún sentido militar ni económico, esto sí que es un ritual de los vencedores de una guerra santa. La nación, excepto la reducida minoría gobernante y un puñado de intelectuales excitados, observa este acto en silencio cargada de emoción. Gran parte de los científicos occidentales, independientemente de su postura política, están angustiados por esta muerte sin precedentes en la historia. En este momento denunciar los defectos del sistema científico y cultural asesinado, fuera del marco del fenómeno actual, utilizando fraseología teñida de humor, no es nada trivial. Desde luego, la historia de la ciencia, como ciencia, debe ser libre de las normas éticas. Pero ¿es esta libertad ilimitada?

NOTAS

1. Incluso el lado social e institucional del caso Lysenko está mal presentado. ¿Qué pasó con los genetistas después del golpe dado por Lysenko en 1948? La mayor parte fueron amparados por las instituciones fuera del dominio del grupo de Lysenko. Por ejemplo, se formaron laboratorios e institutos enteros bajo la tutela de la física nuclear (con el nombre de biofísica, genética de radiación, etc.). De eso, normalmente, los lysenkólogos no hablan. Menos grave, pero también cuestionable desde el punto de vista metodológico, es partir de unas frases de grandes científicos, citadas fuera del contexto real. Pechenkin cita al académico y almirante A. Berg, un dirigente del área de cibernética, que habla del atraso de esta rama debido a las influencias ideológicas. Pero en tiempos del deshielo éste era el lenguaje coyuntural de todos los administradores que regateaban recursos para sus áreas. La cibernética, la parte clave de los complejos sistemas de armamento y del programa espacial, se desarrollaba en la URSS a todo vapor, aunque bajo otro nombre. Las palabras y las cosas no son lo mismo, lamentablemente para el historiador.

2
. Según Pechenkin, Tatevsky y Shajparonov acusaron a Syrkin y Diatkina de cosmopolitismo y servilismo a la ciencia occidental burguesa, sin dar ninguna prueba empírica. ¿Por qué, al incluir generosamente citas prácticamente neutras, no dar datos tan relevantes para el tema del artículo? Es tanto más importante cuanto que hoy en Moscú el artículo de Pechenkin es una verdadera denuncia política contra el anciano Tatevsky. Y puede costarle no un segundo puesto de lujo, sino cosas más sensibles.

3. Pechenkin menciona mucho a Yu.Zhdanov, precisando que él era hijo del ideólogo estalinista y jefe del Departamento de Ciencia del Comité Central del PCUS. Acaso ¿no es horroroso que este tipo se interesara por la teoría estructural en la química orgánica? Si Pechenkin hubiera dicho que Yu.Zhdanov es un químico importante en un campo tan sofisticado como la química de hidratos de carbono durante muchísimos años rector y verdadero líder de una de las mayores universidades de la URSS, cambiaría la visión ¿no es cierto?

4. Konrad Lorenz escribía en 1966: "El joven liberal, que se halla bastante avezado en el pensamiento científico-crítico pero no suele tener conocimiento de las leyes orgánicas que rigen los mecanismos de ámbito general desarrollados de forma natural, no puede sospechar las desastrosas consecuencias que podría tener una modificación arbitraria, aun en el caso de que ésta afectase a un detalle aparentemente accesorio. Al joven nunca se le ocurriría eliminar una pieza de un sistema técnico, como un automóvil o un televisor, sólo porque no advierta cuál puede ser su función. Pero considera sumariamente las normas tradicionales de la conducta social como superstición, tanto las indispensables como las realmente anticuadas. Mientras las formas de conducta social originadas filogenéticamente estén ancladas en nuestra herencia y sigan existiendo para bien o para mal, una desviación de la tradición puede hacer que todas las normas culturales de la conducta social se extingan como la llama de una vela" [La ritualización filogenética y culturall.


5. Es poco común el intento de desacreditar al científico de su propio país que hace Pechenkin con respecto a Butlerov. Sobre la teoría estructural asociada con su nombre Pechenkin dice: "es el nombre dado en la URSS a la teoría clásica de la estructura química formulada por Kékule, Kolbe y otros químicos... El químico ruso Butlerov contribuyó a esta teoría". iEl régimen stalinista inventó a Butlerov! Pero basta consultar la fundamental enciclopedia Dictionary of Scientific Biography editada en EE.UU. por Ch. Gillispie para dudar de la revelación de Pechenkin. 0 tomemos el libro más difundido en Occidente, The Development of Modern Chemistry de A.J. Ihde, reeditado a partir de 1964 muchas veces en muchos países. Según él, en su texto de química orgánica de 1861 Kékule aun usaba sus fórmulas llamadas salchichas de Kékule y las abandonó en 1865. Leemos luego: "Más o menos en el mismo tiempo en que Couper introdujo sus fórmulas estructurales, Alexander Mikhailovich Butlerov empezó a discutir la estructura de los compuestos químicos... Estudios experimentales que él realizaba, proporcionaron el conocimiento sobre las agrupaciones atómicas que ya podían llevar a la comprensión de la estructura molecular. Sus ideas teóricas se desarrollaban a la par con su trabajo experimental. En el Congreso de naturalistas alemanes en Speyer en septiembre de 1861 él leyó el trabajo La estructura química de los compuestos. Inmediatamente después él preparó el alcohol butílico terciario predicho por Kolbe... Su texto de química orgánica (1864 en ruso, 1867 en alemán) presentó sus ideas sobre la estructura de manera muy completa. Ha sido bien recibido en Occidente".


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