lunes, 28 de febrero de 2011

Un ejemplo específico de cómo Robert Conquest conquistó los hechos

¿Por qué "otros", i.e. quiénes eran los políticos no oposicionistas que fueron purgados? “Los Viejos Bolcheviques” es una respuesta incorrecta. "Los enemigos personales de Stalin" es una respuesta incorrecta. La respuesta del “experto” Tim Naftali en la CNN estaba equivocada. La respuesta correcta se halla ahora finalmente disponible. Esta respuesta contradice el paradigma totalitario y dice mucho acerca de la era de Stalin. Roberta Manning da un ejemplo específico en Stalinist Terror [El Terror Estalinista]. Se trata del caso del durante largo tiempo Secretario del Partido del Belyi Raion (distrito rural de Belyi), T. I. Kovalev, un caso bastante típico. Los funcionarios de Moscú habían recibido muchas quejas contra él por su comportamiento abusivo hacia sus subordinados en el trabajo. Este trato era el comportamiento habitual de los que habían sido educados en los métodos de "mando" de la Guerra Civil (i. e., el liderazgo ‘estilo matón’). Kovalev pertenecía al mencionado grupo que presentaba la incidencia más alta entre los purgados, un grupo que se puede denominar "la clase de 1912-1920". Él no era un “Viejo Bolchevique”, ni uno de los enemigos personales de Stalin. Menos de un año después de la Revolución Bolchevique, muchos anti-comunistas del antiguo ejército, conocidos como los “Blancos”, dirigidos por antiguos oficiales zaristas, se hicieron con el control de la mayor parte de Rusia desde el Río Volga al Océano Pacífico, e intentaron un asalto sobre Moscú para destruir la Revolución. La Guerra Civil había comenzado. Este ejército contaba con apoyo financiero internacional y con tropas de refuerzo desplegadas por los EEUU, Francia, Gran Bretaña y Japón, como se ha señalado anteriormente. El mando de dicho ejército era conocido por su trato autoritario y abusivo hacia los subordinados militares, por su tendencia a privar a los campesinos de su tierra, y por el durísimo trato hacia las minorías no rusas, sobre todo los judíos. Kovalev era un “graduado” típico de esta "escuela", que se puede denominar la “Escuela de los Viejos Opositores de la Guerra Civil” o “Viejos Blancos” quienes, junto con otros aliados de la oposición interna, se convirtieron numéricamente en el verdadero objetivo de la ulterior Yezhovshchina. Una vez que los Blancos fueron derrotados, Kovalev y otros de su índole entraron en la vida política soviética presentándose a sí mismos como comunistas, y muchos alcanzaron un alto rango económico y político dentro del Partido, como hizo Kovalev en Belyi. La burocracia rural soviética estaba plagada de tales individuos instalados en posiciones de mando, individuos que se habían rendido a los comunistas sólo de palabra, disfrazándose de comunistas --Blancos con caras Rojas.


Una de las quejas más serias contra Kovalev era que obligaba a los subordinados a falsificar la estadística de la cosecha amenazándoles con expulsarles del Partido. Contaba con el apoyo y patrocinio de la dirección del Oblast (región política más grande que el Raion). Los jefes del partido, que en esta región era un movimiento cuyas bases estaban formadas por subordinados sometidos en gran parte a la extorsión y el chantaje, hicieron poca cosa para tocar a Kovalev. Las quejas contra él llegaron finalmente a la Comisión de Control del Partido para Toda la Unión, atrayendo la atención de la hermana superviviente de Lenin, Mariya Ulyanova. (Esto ocurrió en 1936, en plena época de Stalin.) Ella envió cartas a los superiores de Kovalev, quienes no hicieron caso de las mismas porque, al igual que Kovalev, formaban parte de una enorme red de corrupción, estafa y protección mutua que implicaba a numerosos antiguos Blancos y frustraba cualquier acción correctiva. Finalmente, la Comisión de Control del Partido envió a un tal Golovashchenko como emisario a Belyi para investigar y contactar con los críticos de Kovalev. Este esfuerzo democráticamente animado por la burocracia de Moscú es muy diferente de la afirmación a menudo repetida de que Moscú, el Partido y los jefes de agricultura, como Trofim Lysenko, sólo estaban interesados en las falsas estadísticas de la cosecha, favorables en apariencia, lo que escritores occidentales como David Joravsky afirman que era una de las preocupaciones principales del régimen de Stalin, afirmación repetida prácticamente por todos los escritores occidentales y reformadores soviéticos desde la época de Jruschev. Cuando Golovashchenko llegó a Belyi, organizó una discusión libre y franca y un amplio debate que, al final, provocó la destitución de Kovalev. (Para más detalles, ver Manning, Roberta T., "Las Grandes Purgas en un distrito rural: Belyi Raion revisitado", en Stalinist Terror: New Perspectives [El Terror Estalinista: Nuevas Perspectivas], pp. 168-197. Este ensayo está escrito por un historiador occidental no marxista, que basa sus conclusiones en el material recién disponible así como en materiales de archivo inexplorados. Nótese el empleo "inconsciente" de la palabra "perspectivas" en el título del libro, como si hiciera alusión al hecho de que ha surgido una nueva perspectiva --un nuevo paradigma).


Este informe, basado en una estrecha revisión tanto de antiguas como de nuevas pruebas de archivo recién disponibles, debería compararse directamente con el breve informe de Conquest sobre el asunto de Kovalev en The Great Terror [El Gran Terror]. Conquest, que conocía en aquel tiempo algo del archivo de Smolensk, una de las fuentes que Manning calificó de "inexploradas", pero ningún material de la ‘post-glasnost’, presenta una construcción paradigmática totalitaria estrictamente "de arriba abajo" sobre lo que pasó en esta área provincial. Omitiendo e ignorando algunos hechos, careciendo del acceso a otros, y, por encima de todo, usando el paradigma para "ajustar" los hechos "desiguales", presenta una imagen impactante, satisfactoriamente simple y vívida (aunque ficticia). Según Conquest, Kovalev fue víctima del Gran Terror cuando éste barrió las remotas áreas rurales, "un histerismo de detenciones y acusaciones" que se apoderó de Belyi (Conquest, op. cit., p. 221). "Las llamadas al terror procedentes de arriba [sic]" se habían filtrado ahora desde la cima de la pirámide de poder en Moscú hasta Belyi, induciendo "este ánimo histérico de linchamiento en lo que había llegado a ser una sección importante de la organización inferior del Partido" (op. cit., pp. 221-222). Nótense las claras, categóricas, gráficas y hasta chillonas elecciones de palabras por parte de Conquest, como "histérico" y “ánimo de linchamiento". Uno sabe exactamente de qué está hablando: al estilo kafkiano, el espantoso brazo del Terror, violento, carente de principios y omniscientemente dirigido, se introdujo profundamente en Belyi para encontrar, barrer y liquidar a Kovalev y a otros.


Como hemos visto, la mayor parte de lo que este paradigma produce es simple, dramático y memorable. Conquest, naturalmente, no menciona a Golovashchenko por su nombre, sino que se refiere vagamente a “los enviados de Moscú”, cuyo objetivo al venir a Belyi, dice, era encontrar a "denunciantes que les suministraran 'pruebas' contra aquéllos a quienes deseaban destruir" (op. cit., p. 222). La cantidad de pruebas de archivo auténticas y documentables para la última afirmación de Conquest en cuanto al papel y al modus operandi de estos supuestos "enviados" del Terror es absolutamente inexistente. Estamos en el reino del paradigma puro y de la ficción pura. Ignorando ciertos hechos, remodelando otros, y haciendo ulteriores deducciones a partir únicamente del paradigma , Conquest asume que era fácil para estos misioneros despiadados de Moscú aterrorizar a los campesinos y a otras personas de modo que formulasen acusaciones ridículas e insoportables contra Kovalev, como la de que era un "trotskista". Conquest no hace ninguna mención de las acusaciones auténticas, documentables y silenciadas que habían sido presentadas contra Kovalev durante años, quejas respecto a sus abusos de poder (como las amenazas de revocar el privilegio de tener un carnet del Partido Comunista a los subordinados que no se sometieran a sus intereses), sus falsificaciones de los informes de producción, etc. No obstante, Conquest sigue con su método habitual al mencionar únicamente las acusaciones exageradas y difíciles de demostrar, que predeciblemente también fueron hechas por los campesinos que aprendieron a odiar a Kovalev por la prolongada "explotación" a que éste les había sometido, como las acusaciones de ser un "trotskista" o un desertor del Ejército Rojo. ¡Tan dura y obstinadamente realiza Conquest su trabajo sobre la única base del paradigma, ajustando y “revisando” los pocos hechos que conoce sobre el asunto, que incluso encuentra asombroso el hecho de que "uno de los acusadores más sofisticados de Kovalev dijo que había guardado silencio porque Kovalev, durante cuatro años, le había prohibido que hablara"! (op. cit., p 222). La explicación dentro de la cita entrecomillada de la última oración es del propio Conquest, que expresa su asombro por el supuesto absurdo de dicha declaración.


La "caja negra" en todo este asunto es el carácter de Kovalev, sus propios hechos pasados durante la Guerra Civil y sus secuelas, y sus abusos documentables como líder del Partido en Belyi durante la época de Stalin. Conquest no hace ninguna mención del papel fundamental de la hermana de Lenin en la purga final de Kovalev. Su empleo del paradigma para alterar los hechos hasta lograr una transformación a lo Jekyll y Hyde de Kovalev resulta sorprendente: de gángster cruel, violento, explotador y saboteador activo de los programas del gobierno, Kovalev se transforma en una víctima desvalida y desgraciada del torbellino de unos ideólogos paranoides. ¿Esto es historia, ficción, o propaganda pura? ¿O es una mezcla engañosa de las tres? ¿Estamos ante Gibbon o ante Robert Louis Stevenson? ¿Cuánto respeto y credibilidad deberíamos conceder al experto en la era de Stalin más extensamente leído y considerado en el mundo de habla inglesa, si sus métodos "históricos" son capaces de transformar a un Mr. Hyde --inicuo y apenas humano-- en un Doctor Jekyll --un modelo de racionalidad y humanidad? Una lectura atenta del relato de Conquest sobre el caso Kovalev debería haber despertado por sí misma la sospecha acerca de su veracidad. Después de tal lectura, uno legítimamente puede preguntarse: "¿Cómo era realmente el individuo Kovalev?". Conquest no proporciona ninguna información al respecto. Ésta es una omisión evidente para cualquier lector crítico que exija un mínimo de rigurosidad, pero el paradigma totalitario es asumido e invocado para rellenar este "hueco": Kovalev era un recorte de cartulina etiquetado con la palabra "víctima". Él era "cualquier víctima", ya se sabe, cualquier "símbolo" deshumanizado de la acusación injusta y del castigo inmerecido, alguien martirizado por tiranos sádicos y perversos. La misma formulación abstracta de esta clase de “argumentación y estudio histórico” es a menudo un signo revelador de que algún paradigma dominante ha pisoteado los hechos y la información auténticos.


Lejos de intentar eliminar a los Viejos Bolcheviques con los que Stalin "ya no podía trabajar más", las Grandes Purgas dirigidas por Yezhov implicaron nobles y abrumadores esfuerzos en un loable intento, como dice Manning, "de permitir una mayor participación ciudadana en el sistema político soviético, de limpiar la corrupción oficial, de combatir el alcoholismo, de animar las quejas ciudadanas contra el gobierno, y de mejorar el funcionamiento de la economía soviética". Los americanos más progresistas convendrían en que éstos son objetivos admirables, pero muchos funcionarios del gobierno americano tiemblan ante la mera idea de una búsqueda seria de tales reformas, aunque no tanto como Stalin y Yezhov enseñaron a temblar a gente como Kovalev y sus socios conspiradores.


Philip E. Panaggio: STALIN Y YEZHOV: UNA VISIÓN EXTRAPARADIGMÁTICA

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